Resulta que fui un mes a practicar inglés. Ya sabes, te alojas con una familia inglesa para hablar inglés, comer comida típica inglesa y seguir los horarios ingleses. Lo sé, así contado es poco atractivo, pero fue una gran experiencia.
En una ocasión fui con Jack, mi ‘hermano inglés’ a jugar a fútbol, un deporte que inventaron los ingleses, por cierto. Habíamos quedado con algunos amigos suyos para jugar un partido. Es importante aclarar que en aquel momento ni ellos me conocían a mí ni yo los conocía a ellos.
A Jack le pareció divertido contar a todos sus amigos, sin avisarme, que yo era un futbolista español que estaba a punto de fichar por el Liverpool. En aquella época yo era muy jovencillo, así que me vendió como una joven promesa de la Premier League.
Yo, obviamente, me reí mucho, pues aquella historia que Jack se acababa de inventar era tan difícil de creer como que el fish and chips lo iban a declarar Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Sin embargo, sucedió algo a lo que todavía no he encontrado explicación alguna: todos ellos se creyeron que yo era un joven futbolista que iba a jugar en uno de los mejores equipos del mundo.
En ese momento me daba tanta vergüenza decir que era una broma que continué con la mentira. Total, yo no iba a volver a ver a aquellos chicos nunca más y tampoco es que fuera una trola que les fuera a cambiar la vida. Solo era una broma inocente.
Cuando empezamos a jugar, varios de ellos discutieron porque todos querían estar en mi equipo. Después, a pesar de que tengo un nivel de juego bastante limitado, cada vez que tocaba el balón a todos les parecía algo extraordinario.
Y a los pocos minutos de haber empezado el partido, un niño pequeño se me acercó. Llevaba un taco de folios y un boli.
Resulta que se había corrido la voz y había varios niños que querían hablar conmigo y que les firmase un folio. Ya era increíblemente tarde para decir que era mentira, tenía que seguir adelante con el engaño y echar unas firmas para que los niños no se llevaran una gran desilusión.
Así que la tarde terminó con una imagen realmente divertida: yo sentado en una mesa de merendero firmando folios mientras una cola de niños y no tan niños esperaban su turno para que les hiciera una dedicatoria en su papel.
Pues que Jack dio un golpe de autoridad encima de la mesa. Contó que yo era un futbolista que iba a ser muy famoso y con ello consiguió que todo lo que yo dijera e hiciera se convirtiera en algo extraordinario.
Hasta el punto de que todos querían estar en mi equipo, querían un autógrafo mío y se irían a sus casas contando la experiencia a sus familias. Y eso es justo lo que el copywriting trata de hacer con tu negocio: que todo el mundo te quiera comprar.
El copy le dice a tu público objetivo que te tiene que comprar. Y aplicando las técnicas adecuadas funciona muy muy bien.
Bueno, eso te lo cuento dentro de mi newsletter. Solo tienes que clicar en el botón, dejar tu email en la caja y cada pocos días te enviaré un correo dándote un consejo sobre copywriting.
Como te he dicho antes, es gratis, así que no hay mucho que pensar. De hecho, creo que el contenido de los emails es tan bueno que podría ser de pago. Pero bueno, eres tú quien deberá juzgar eso cuando los leas.